miércoles, 22 de julio de 2015

Y CÓMO HEMOS CAMBIADO...

Estamos en una época de revisión de los paradigmas que nos han guiado a través de los últimos quince años.

Paradigma es una palabra que suele emplearse para describir el conjunto de experiencias, creencias y valores que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa percepción de la realidad.

Más concretamente y aplicado al mundo de la empresa, la temática que nos preocupa en este blog, el paradigma que nos ha gobernado desde aproximadamente 1995 hasta 2008, tanto en nuestras actitudes como en nuestro foco empresarial, es un paradigma adecuado para la gestión de  la abundancia que caracterizó  ese periodo histórico. El extraordinario superavit de recursos que  correspondió a ese lustro obligó a  las empresas a buscar un tipo de gestores, que si bien no sabían hacer prácticamente nada por sus propias manos en relación con el negocio que gestionaban, si sabían gestionar otros recursos para obtener los extraordinarios objetivos que se se les pedían. 

Nos encontramos pues, en esa época, con unos gestores que eran tan buenos como lo eran los miembros de sus equipos, encargándose tan sólo de gestionar las comunicaciones entre ellos o las incorporaciones de nuevos miembros a esos mismos equipos. Al calor de ese paradigma surgieron escuelas y estilos de gestión que incidían en esos valores, olvidándonos, a mi modo de ver, que ese gestor también debe prestar ayuda a los colaboradores que se lo soliciten, y para ello debe de conocer su trabajo. No digo saber realizarlo mejor que el propio colaborador, pero si al menos conocerlo, porque ese conocimiento y la visión más amplia que proporciona el escalafón, generalmente son suficientes para proporcionar una ayuda muy valiosa.


Es verdad que este tipo de gestores trataban de explotar las sinergias y economías de escala propios de cualquier equipo, pero parece que a cambio de conocer estas técnicas se les "perdonaba" su absoluto desconocimiento de los procesos que gestionaban. Desde ese punto de vista, parece más eficiente formar en estas técnicas a auténticos especialistas o al menos a buenos conocedores del proceso, que a auténticos foreigners.

En ese periodo me cansé de escuchar frases del tipo "no tengo por qué saber hacer, tengo que hacer que se haga". Época en la que se designaba a gerentes y directores que no tenían ni idea de los procesos que gestionaban o de los sectores en los que se movían, y no sólo en el ámbito de la empresa, sino que esta visión paradigmática se extendió al resto de la sociedad.

Con esto no quiero decir que para gestionar con éxito una empresa constructora debas de haber sido previamente albañil, pero lo que también parece claro que si eres mecánico y has tenido antes un taller de automóviles, probablemente tendrás más dificultad para llevarla a buen puerto.

Es evidente que en la actual economía en crisis, la mera gestión de las restricciones, sin más aporte a la cadena de valor ya no es suficiente, y de esta forma hemos visto desaparecer paulatinamente, desde 2008, este tipo de puestos, y os diría también que este tipo de perfiles.

Además añadiría que estamos viviendo una época en que los costes de intermediación están disminuyendo drásticamente, en gran medida ayudados por una herramienta tan potente como es internet. La aparición de fenómenos colaborativos tan potentes como Airbnb, Uber o BlaBlaCar sólo ha sido posible a través de un vehículo global como internet que ha derribado las fricciones y reducido los costes de intermediación.

Creo que el paradigma al que nos dirigimos, es más de saber hacer que de gestionar. Sólo quiero hacer una aclaración final, no me gustaría que se confundiese la figura del innovador, con la del gestor. Los innovadores serán siempre necesarios en todas las empresas.