jueves, 29 de noviembre de 2012

LA CUADRATURA DEL CIRCULO Y LOS MULTIPLICADORES FISCALES

Hace ya algún tiempo comentamos el cálculo del PIB a través del agregado macro económico de demanda:

DA = C + I + G + (X - M)

donde:
DA: Demanda Agregada
C: consumo
I: Inversión de las empresas
G: Gasto público
(X-M): exportaciones netas: exportación - importación

Resulta evidente que las variables que las que depende la demanda agregada no son independientes entre si, lo que hace muy complicado actuar sobre alguna de ellas para corregir tendencias del agregado macro económico.

Cuatro años de crisis
Fuente: Yahoo Finanzas
Tradicionalmente los estados han usado políticas fiscales para incidir sobre la demanda. De esta forma, si aumentamos el gasto público, manteniendo el resto de variables constantes, evidentemente la demanda agregada aumenta y por tanto el PIB del país (recordar que en el equilibrio, Demanda = Oferta, y por tanto igual al PIB, si asumimos que no hay stocks). Pero además el aumento del gasto público traerá consigo un aumento de la renta disponible por parte de los trabajadores y empresas, que a su vez llevará aparejado, normalmente, un aumento del consumo y la inversión, que a su vez hará que la demanda agregada vuelva subir. El mismo razonamiento se podrá realizar sobre una disminución de los impuestos, que conducirá a un aumento de la renta disponible (para empresas y trabajadores) y por tanto un posterior aumento de la inversión y del consumo. A estos efectos se les llama efectos multiplicadores de las políticas fiscales, o también efectos de segunda ronda. Estos efectos multiplicadores, evidentemente tienen sus límites, ya que , por ejemplo, un aumento importante del gasto público implica un aumento de la masa monetaria disponible, y como ya hemos comentado en otras ocasiones, el aumento de la masa monetaria (agregado M3) implica necesariamente aumento de la inflación y por tanto de los tipos de interés, que a su vez hacen disminuir el consumo y la inversión.

El cálculo pues, de estos multiplicadores es sumamente importante para definir las políticas fiscales de un estado. De forma que si el multiplicador del gasto público es 2 para la inversión de las empresas, con cada aumento de 1 euro en gasto público, la inversión aumentará en 2 euros. Si el multiplicador es próximo a 0, el aumento del gasto público no tendrá incidencia sobre la inversión de las empresas. El mismo razonamiento, pero a la inversa, se puede aplicar para la disminución del gasto público.

Pues bien, el FMI acaba de reconocer en su World Economic Outlook que no había calibrado bien el efecto de los multiplicadores fiscales sobre el consumo y la inversión, y que estos son mucho más importantes de lo inicialmente previsto. O dicho de otro modo, que el proceso de contracción, reducción del déficit y desapalancamiento va demasiado rápido y está afectando mucho más de lo esperado al resto de variables de la demanda. De hecho si observamos la gráfica del IBEX 35, podemos adivinar exactamente en qué momento se empezaron a aplicar en España estas políticas fiscales y cuyo detonante, como todos sabemos, fue una llamada del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a José Luis Rodríguez Zapatero.

Aplicado al caso de España, y por tanto en gran manera extensible a la periferia de Europa, hemos aplicado unas políticas diseñadas por "otros", porque la autonomía del gobierno español es francamente limitada, y resulta que esos "otros" se han equivocado. El problema es que las consecuencias si las estamos pagando nosotros.

Recuerdo las intervenciones de algunos políticos de hace un año y poco, que avisaban de que los objetivos de déficit impuestos desde la troika eran excesivamente ambiciosos y que era necesario negociar con ellos otras velocidades de contracción. ¿No calculó adecuadamente nuestro gobierno actual estos efectos de segunda ronda?, o bien, si lo hizo ¿tuvo alguna oportunidad de negociar?.

Es evidente que la pertenencia a un grupo de interés plurinacional, como es Europa, necesariamente implica la pérdida de autonomía nacional a cambio de otras ventajas, pero esto, indudablemente implica que si Europa se equivoca, nosotros nos equivocamos también. El grave problema es que los primeros en sufrir las consecuencias somos nosotros ( o los segundos si contamos primero a Grecia). No dudéis que alemanes y franceses acabarán notándolo, pero mucho me temo que para ellos el cortafuegos se levantará a tiempo.

Al final, lo que se desprende es que algunos gobiernan Europa y no somos precisamente nosotros y además sus criterios no tienen, ni siquiera, por que venirnos bien. 

Fuentes:
World Economic Outlook (WEO)